La elección de un Papa es un ritual de larga tradición que está regulado hasta el más mínimo
detalle. Juan Pablo II lo reformó en 1996 en su escrito 'Universi Domini
Gregis'. Sin embargo, no existe una hoja de ruta establecida para el
relevo en caso de dimisión.
Juan María Laboa, experto en la materia, apunta que "en el derecho
canónico no hay nada contemplado para una situación como ésta. Hasta el
día 28 de febrero, el Papa sigue siendo la máxima autoridad de la
Iglesia y será él quien decida junto al Consistorio cuáles son los pasos
a dar". Una vez superado este periodo, éste es el proceso habitual.
¿Quién elige al nuevo papa?
Los cardenales menores de 80 años, también conocidos como electores.
En estos momentos son 118, procedentes de 48 países. Europa ostenta la
mayoría entre los cardenales electores, con un total de 62, seguida de
América Latina, con 19.
¿Cuándo se celebra la elección?
El cónclave para la elección del sucesor debe celebrarse como muy
pronto 15 días después de la muerte o renuncia del papa y como muy tarde
veinte. La elección se celebra en la Capilla Sixtina del Vaticano.
¿Cómo es la inauguración del cónclave?
Los cardenales celebran por la mañana en la basílica de San Pedro una
misa "Pro eligendo Papa". Por la tarde, se visten un roquete y cantan
el "Veni Creator" en la Capilla Paolina para pedir la ayuda del Espíritu
Santo. Más tarde entran en la Capilla Sixtina.
¿Cuánto tiempo dura la elección?
La elección puede durar horas, días o semanas. El primer día del
cónclave sólo hay una ronda electoral. Después cuatro por día. Si la
elección se prolonga varios días, se realizan pausas de reflexión.
¿Qué mayoría se precisa para la elección de un papa?
Primero es necesaria una mayoría de dos tercios y si la elección no
se produce durante varios días, se puede elegir por mayoría absoluta. A
esta segunda modalidad se puede recurrir como muy pronto a partir de la
trigésima ronda electoral. A partir de entonces, se puede celebrar una
elección en la que sólo salgan a votación los dos favoritos.
¿Quién propone a los candidatos para la sucesión?
No hay ningún candidato ni tampoco campaña electoral. Cada cardenal
escribe en una papeleta el nombre de aquel que cree que debería salir
elegido "según la voluntad de Dios". Votación tras votación se va
perfilando entonces el favorito.
¿Pueden votar también cardenales enfermos?
Sí, pero tienen que poder quedarse en el Vaticano durante todo el
cónclave. Entre los cardenales hay tres "infirmarii" encargados de los
enfermos. Si los enfermos están en cama, los "infirmarii" van a recoger
la papeleta y la depositan en su nombre en la urna. Pensando
especialmente en los cardenales enfermos y de edad avanzada, Juan Pablo
II mandó construir dentro del Vaticano una casa de huéspedes, para que
tuvieran un alojamiento apropiado durante el cónclave.
¿Es la elección pública? ¿Se retransmite por televisión?
No, se produce a puerta cerrada en medio de un gran hermetismo
(cónclave = con llave). La Capilla Sixtina es registrada por expertos en
busca de micrófonos o cámaras de televisión ocultas. Las grabadoras
están también prohibidas. Durante el cónclave, los cardenales electores
no tienen permitido telefonear, ni recibir correspondencia, ni leer el
diario, ni ver la televisión. Además, se comprometen a guardar silencio
sobre todo lo hablado durante el cónclave. No se publican los resultados
de las rondas electivas.
¿Cuándo se anuncia la elección del papa?
Poco después de la elección. Se puede reconocer porque de la chimenea
de la Capilla Sixtina sale humo blanco al quemarse las papeletas.
Antes, cuando las rondas electivas concluyen sin la elección de un
pontífice, las papeletas se mezclan con pez, de manera que al quemarse
emiten un humo negro.
¿Cuándo se presenta el nuevo papa en público?
Tras la elección, el decano del colegio cardenalicio pregunta al
elegido si acepta el cargo y con qué nombre quiere gobernar. Los
cardenales le juran obediencia, se reza una oración de acción de gracias
y el llamado "cardenal protodiácono" presenta al nuevo papa en la Plaza
de San Pedro con la fórmula "Habemus papam". El nuevo pontífice se
presenta entonces ante la multitud e imparte su primera bendición "Urbi
et Orbe" ("a la ciudad y el mundo").
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