El investigador Tom Jordan, del Centro de Ciencias de la Complejidad
de Bristol, y sus supervisores, el profesor Julian Partridge y el doctor
Nicholas Roberts, de la Escuela de Ciencias Biológicas de Bristol,
descubrieron que esos peces plateados superan la ley básica de la reflexión de la luz.
El estudio, publicado en Nature Photonics,
recordó que las superficies reflectantes polarizan la luz, un fenómeno
que los pescadores o los fotógrafos superan mediante el uso de gafas
especiales para reducir el brillo del reflejo.
Anteriormente, se pensaba que la piel de los peces -que contiene una disposición de varias capas de cristales reflexivos de guanina-
polarizaba plenamente la luz cuando se reflejaba. A medida que la luz
se polariza, debería haber una disminución en su reflectividad,
indicaron los investigadores.
Sin embargo, el equipo de Bristol encontró que la piel de las
sardinas y de los arenques contiene dos tipos de cristal de guanina,
cada uno con diferentes propiedades ópticas. Mediante la mezcla de estos
dos tipos, la piel del pez no polariza la luz reflejada sino que mantiene su alta reflectividad.
"Creemos que estas especies de peces han evolucionado a esta
estructura de múltiples capas en particular para ayudar a ocultarse de
los depredadores, como los delfines o el atún", explicó Roberts. "Esto
ayuda al pez a coincidir con el entorno de la luz en mar abierto, haciendo que sea menos probable ser visto", agregó.
Como resultado de esta capacidad, la piel de los peces plateados podría ser la clave para mejorar los dispositivos ópticos. "Las luces LED o la fibra óptica de baja pérdida utilizan estos tipos de reflectores no polarizantes para mejorar la eficiencia".
Sin embargo, el mecanismo que desarrollaron sardinas y arenques
supera las limitaciones de diseño actuales y proporciona una nueva forma
de fabricar estos reflectores.
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