
En China también era ampliamente usado, pero como pequeño objeto personal. No sólo servía para refrescarse sino que también era un elemento decorativo y elegante, y en su realización se utilizaban diversos materiales: sedas, papel, plumas, bambú, encajes, marfil, maderas livianas, etc. Se pintaban decorativamente pues se usaban como ornamento personal, y hasta como sinónimo de complicidad amorosa.
En el siglo VII después de Cristo se inventa el abanico plegable, en Japón, en que este objeto fue muy usado y llegó a considerarse un elemento ritual. Se difundió posteriormente en Europa, y se comercializó y arraigó más su uso en España, y de allí pasó a América. Es un elemento usado por las mujeres, aunque en algunas culturas también lo usan algunos hombres. En los siglos XVIII y XIX fue muy utilizado y la literatura y el arte lo reflejaron en las producciones.
Existen en la actualidad diversas fábricas que se dedican a la producción de abanicos, tanto para uso personal como para recuerdos y souvenires: de maderas, plásticos y otros materiales, pintados a mano o litografiados. Y también hay ofertas en los negocios de antigüedades de verdaderas obras de arte logradas en este objeto cotidiano de auge romántico. En las reproducciones y textos costumbristas de la España del siglo pasado y aún de este, especialmente en la zona de Sevilla y Granada, podemos hallar referencias al abanico, y hasta un significado propio de cada acción que se hacía con él.
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