sábado, 6 de diciembre de 2008

FACTOR CERO. LA MALDICION DE LA CASA BLANCA


Cuenta una leyenda que una tribu de pieles rojas, molesta por ver como arrebataban sus tierras lanzó una maldición de muerte contra los jefes blancos. Es así que desde 1840, cada 20 años, se muere el presidente de Estados Unidos que esté de turno. Lo que para la mayoría es una simple superstición, para los estadounidenses se ha convertido en una pesadilla. Da la casualidad que, justamente, cada dos décadas se produce la conjunción de los dos planetas más grandes del sistema solar, Júpiter y Saturno. De allí que haya sido un astrólogo el que descubrió este ciclo fatídico: Cameron Zirmann, quien publicó en 1957 su teoría en la revista “The Astrology”. Él realizó un recuento de los presidentes que estuvieron bajo el influjo de este maleficio.

1840: William H. Harrison triunfa en la campaña electoral para Presidente. En marzo de 1841 juramenta su cargo. La puerta este del Capitolio fue el lugar elegido para tan magno acontecimiento. En medio de una pertinaz y helada lluvia, y sin abrigo ni sombrero, Harrison leyó inmutable el discurso que sería el más largo hasta hoy pronunciado por un presidente durante la toma de posesión. Paradójicamente su mandato sería el más corto de toda la historia de los EE.UU. Treinta y un días después murió de neumonía, a los 68 años, el 4 de abril del 1841. Una teoría afirma que en realidad murió envenenado con arsénico. Nadie aun lo sabía pero se trataba del primer acto de la maldición.

1860: Abraham Lincoln, el carismático y recordado líder abolicionista es elegido presidente. Su elección fue la señal para que los estados del sur, partidarios de la esclavitud, se separaran de la Unión, hecho que fue el detonante para que estallara la espantosa guerra civil, conocida como la “guerra de la Secesión”. En 1864 y aun en plena guerra civil Lincoln es elegido para un nuevo período. Pero no culminaría dicho mandato. En la noche del 14 de abril de 1865, mientras Lincoln se halla presenciando una comedia en el teatro Ford (Washington) sentado junto con su esposa en el palco cercano al escenario, un fanático sudista y ex actor llamado John Wilkes Booth se le acerca y le dispara un tiro a quemarropa en la cabeza. Cuatro días antes la guerra había terminado con la derrota de los sudistas.

Tras hacer el disparo, Booth se arroja desde palco presidencial al escenario (de una altura de 3 metros) cayendo con tal mala suerte que se lastima una pierna y se aleja cojeando. El público cree que es parte de la representación teatral. No hay reacción ni pánico. Ningún guardaespaldas protegía al Presidente. El homicida logra salir del teatro, monta a caballo y se da en fuga a todo galope. Dos semanas después es rodeado en una granja y muere durante la captura. Todo hace pensar que el asesinato formó parte de una gran conspiración en la que debían morir también el secretario de Estado y el vicepresidente y de la que sólo se dieron a la luz las piezas menores, como ya es costumbre en los EE.UU en este tipo de eventos. Cuatro personas son juzgadas y condenadas a muerte y otras tantas a prisión. Aunque el ataque se produjo a la vista de cientos de personas, nadie pudo dar una descripción precisa del atacante e incluso mucho tiempo después todavía se ponía en duda si la muerte del asesino había sido en realidad una ejecución extrajudicial para encubrir la conspiración. Pese al tiempo transcurrido, aún se discuten muchos puntos misteriosos de este suceso. La más delirante de las teorías acusa a los jesuitas del asesinato.

1880: James A. Garfield es elegido presidente. Pero su mandato sería breve. Charles Guiteau, le disparó dos veces en la estación de trenes Pennsylvania (Washington), el 2 de julio de 1881. El asesino, de personalidad psicótica, había anteriormente solicitado al presidente el puesto de cónsul en Francia y al serle denegada su petición se vengaba de esa manera.

Tras una penosa y larga agonía, Garfield falleció el 19 de setiembre de ese mismo año. Este suceso tuvo repercusión en el Perú, que se hallaba en guerra con Chile, pues Garfield era un firme partidario de que Chile hiciera la paz pero sin anexiones territoriales y en ese sentido había instruido a los diplomáticos norteamericanos que negociaban con los representantes de las 2 naciones en conflicto. Con su muerte, finalizó también dicha orientación norteamericana en perjuicio del Perú; no faltaron aquí muchos que creyeron que los chilenos habían estado tras el magnicidio. Guiteau fue juzgado y ejecutado.

1900: William McKinley es reelegido presidente para un segundo período. Era un brillante abogado que apoyado por los círculos financieros había llegado a la Casa Blanca en 1896. Durante su primer período protagonizó la guerra con España para arrebatarle Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898. Su labor en la administración creó también prosperidad para el pueblo americano quien no tuvo reparos para volverlo a elegir en las presidenciales de 1900.

Pero no llegó a concluir su segundo período: seis meses después, cuando asistía a la Exposición Panamericana de Buffalo (estado de Nueva York), el anarquista de origen polaco León Czolgosz le dispara dos tiros en la cabeza, el día 6 de setiembre de 1901. McKinley murió ocho días después. De nuevo el “factor cero” hacía acto de presencia. El asesino acabó en la silla eléctrica.

1920: Warren G. Harding es elegido presidente. La terrible casualidad del “factor cero” dejaba ya de pasar desapercibida por los americanos de modo que cuando Harding ganó las elecciones de 1920 las voces de la superstición comenzaron a oírse. Todo transcurrió con completa normalidad hasta que en 1923, tras una agotadora gira por Alaska y California, Harding enfermó y falleció de un ataque cardíaco, el 2 de agosto de 1923, en el trayecto a San Francisco. Se corrió el rumor de que había sido en realidad envenenado pero eso no ha podido ser comprobado, ya que su esposa no permitió la autopsia del cadáver. Los últimos días de su administración se habían caracterizado por los escándalos fiscales que implicaban a varios amigos suyos que fueron denominados como "la banda de Ohio" y que en parte motivaron su mal estado de salud que le costó la vida.. ¿Quién sería la próxima víctima?

1940: Franklin D. Roosevelt gana la presidencia, por 3° vez consecutiva (la constitución permitía entonces al presidente poder ejercer más de dos períodos presidenciales seguidos). Su mandato se convertiría en el más largo de la historia norteamericana. Intentaron asesinarlo, aunque sin suerte. Se salva gracias a la oportuna intervención de Anton Cermak, alcalde de Chicago, quien se atraviesa entre el asesino y la bala. También le toca conducir a la nación americana durante la Segunda Guerra Mundial, tras el ataque japonés a Pearl Harbour en 1941. Su tercer mandato finaliza en 1944 pero la nación americana le vuelve a elegir por cuarta vez. Parecía como si la maldición hubiera finalizado.

Sin embargo fallece poco después, víctima de una hemorragia cerebral, el 12 de abril de 1945, en la localidad de Warm Springs (Georgia), antes de que finalice la guerra. Fue sucedido por su vicepresidente, Harry S. Truman, a quien le correspondió la terrible decisión de arrojar las bombas atómicas en el Japón que pusieron fin a la guerra, en agosto de dicho año.

Hasta aquí el informe del astrólogo Zirmann. Posteriormente, el astrólogo norteamericano Mc Cormak predice el 10 de julio de 1963, el trágico fin que le esperaba a John F. Kennedy (elegido presidente en 1960, un "año cero"). Otra adivina recomienda al mandatario no ir a la ciudad texana de Dallas, en noviembre de 1963. A nadie le extraña estos vaticinios pues el factor cero ya es muy popular en todo el país. Kennedy, al igual que Julio César ante los idus de marzo, hizo caso omiso a las advertencias. Y así sería víctima de un atentado, el más impactante del siglo XX: en un mediodía soleado, cuando circulaba en un automóvil descapotable a través de la ciudad de Dallas, recibió varios disparos en la cabeza y en el cuello, a consecuencia de los cuales falleció una hora después en el hospital (22 de noviembre de 1963).

Una comisión encabezada por el presidente del Tribunal Supremo, Earl Warren (la llamada Comisión Warren), llegó a la conclusión de que el único asesino fue el ex soldado estadounidense Lee Harvey Oswald. Éste, que había sido detenido poco después del asesinato en un cine próximo, resultó a su vez muerto dos días más tarde por el propietario de un club nocturno de Dallas, Jack Ruby, mientras era conducido desde la ciudad a la prisión del condado. Investigaciones posteriores sugirieron la firme posibilidad de que a Kennedy le dispararan al menos dos francotiradores, de frente y por detrás, lo que confirmaba las impresiones de la mayoría de los testigos oculares. Algunos han considerado que pudieron ser varios los probables promotores del magnicidio, incluida la mafia y los exiliados cubanos descontentos.

El cúmulo de coincidencias hizo que corrieran auténticos ríos de tinta sobre el tema. William Johnson escribió un libro titulado “El factor cero”, en el que analizaba a profundidad a los mandatos presidenciales que empezaban con años acabados en cero. La obra como era de esperar fue un éxito de ventas en todo el país.

Finaliza otro ciclo de 20 años, y en 1980, es elegido otro presidente, Ronald W. Reagan. Nuevamente se vuelve a rememorar la maldición. La historia y la leyenda estaban en contra del ex actor hollywoodense convertido en el Presidente de la nación más poderosa del mundo

Reagan sufrió cuatro atentados. El más conocido de dichos intentos de asesinato fue el 30 de marzo de 1981 cuando John Hinckley hijo le disparó frente a las cámaras de televisión cuando salía de un hotel de Washington. La vida de Reagan pendió literalmente de un milímetro aunque pudo sobreponerse. Asimismo, el 13 de julio de 1985, ya durante su segundo mandato, Reagan estuvo ocho horas en el quirófano para que le extrajeran pólipos cancerosos del estómago. Pero se sobrepuso a todo y terminó su mandato tranquilamente ¿puede significar eso que con Reagan finalizó el maleficio piel roja? Se dice que su esposa, Nancy Reagan, muy conocida por su afición a la astrología y aconsejada por un círculo de videntes de Washington, le ayudó al realizar un conjuro para neutralizar el maleficio.

En todo caso, solo 7 presidentes desde 1840 han sufrido el maleficio: Harrison, Lincoln, Garfield, McKinley, Harding, F. D. Roosevelt y Kennedy. No deja de ser inquietante que sean precisamente SIETE, si se tiene en cuenta que es el número sagrado por excelencia en la tradición judeocristiana y otras tradiciones, asociado generalmente con la idea de consumación, cumplimiento y perfección.

2 comentarios:

Mónica dijo...

Con todo esto sólo puedo desearle mucha suerte a Obama..

Besitos

Montse dijo...

Es maravilloso!!!! Me lo he "bebido" sin descansar!!!

Lo siento por Obama, empezar con esa espada de Damocles sumada a todo el resto, debe ser para salir corriendo.

Genial el comentario

Besitos encanto

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