La revolución de octubre fue en noviembre. Realmente (y según el actual calendario gregoriano), comenzó el 7 de Noviembre, cuando Lenin se sublevó en Petrogrado contra el gobierno de Kerensky. Lo que ocurre es que Rusia se regía aún por el llamado calendario Juliano (obsoleto en el resto del mundo occidental desde el año 1582). Según el cual, la fecha correspondía al 25 de octubre.
Los vikingos no llevaban cascos con cuernos. Fue una invención del pintor sueco Gustav Malstrom en las ilustraciones que realizó en 1820 para el poema épico Frithiof’s Saga. El propósito de estos cuernos irreales era retratar a los feroces guerreros del Norte como seres casi demoníacos.
El estrangulador de Boston no estrangulaba a sus víctimas. No es cierto que Albert de Salvo estrangulaba a sus víctimas, al menos, no estrangulaba a todas. Únicamente asesinó de ese modo a la primera; en cambio a las otras doce las mato a golpes o puñaladas.
George Washington no fue el primer presidente de EE.UU. Al estallar la revolución americana en 1714, una comisión de notables eligió a Peyton Randolph, de manera provisión, para ese cargo. Tras su dimisión, ocho personas actuaron como presidentes en funciones hasta 1789, año en que por fin se aprobó la Constitución americana y se celebraron las primeras elecciones al cargo, en las que Washington fue finalmente elegido.
Walt Disney no sabía dibujar. Nunca diseño ninguno de sus famosos personajes. Durante muchos años se dijo que Mickey Mouse había sido creado por él, pero ahora sabemos que fue obra exclusiva del dibujante Ub Wickers quien le dejó a Disney compartir la autoría para devolverle un favor.
Sherlock Holmes nunca dijo: “Elemental querido Watson”. En las novelas de Conan Doyle, el famoso detective sí pronuncia la palabra “elemental”, pero nunca acompañada por la muletilla. La frase, tal y como la conocemos, fue escrita para el guión de una película protagonizada por Basil Rathbone en 1939.
La guillotina no es un invento francés. Tampoco su creador fue el doctor Ígnace Guillotin. El revolucionario lo único que hizo fue proponerla como método oficial de ejecución. Los romanos ya conocían y usaban la guillotina, y algunos historiadores creen que fue inventada por el cónsul Titus Manlius, quien paradójicamente, acabo siendo ejecutado con ella.
Bruce Lee no fue el Rey del Kárate. De hecho, jamás practico esa modalidad de las artes marciales. El suyo era un estilo de lucha diferente conocido como jun fan gung fu. La enseñanza del Jeet Kune Do comienza con una base técnica. Esta base técnica es lo que Bruce enseñaba hace más de 30 años a sus alumnos, algo a lo que llamó Jun Fan Gung Fu.
Circular por la derecha no siempre ha sido lo normal. De hecho, en el imperio romano se circulaba por la izquierda, una costumbre que se mantuvo en toda Europa hasta la Revolución Francesa. El nuevo régimen instauro la norma de hacerlo por la derecha, y napoleón la impuso en el resto de Europa, salvo en Inglaterra, Suecia y los países que no pudo conquistar.
Marco Polo no introdujo la pasta en Europa. Fueron los árabes, durante la invasión de Sicilia en el año 669 (600 años antes del nacimiento del famoso viajero). El historiador musulmán Al-Idri relató que los árabes instalados en la isla comían los itriyah, unos fideos secos.
Robin Hood no era un bandido generoso. Tampoco robaba a los ricos para dárselo a los pobres. En realidad era un nombre llamado Robert Hood, que se sublevó contra el rey Ricardo II (y no contra Juan “Sin Tierra”) para no pagar impuestos.
Catalina de rusia no murió practicando el sexo con un caballo. La soberana falleció de un infarto, pero la leyenda negra surgió a raíz del descubrimiento de su colección privada de piezas eróticas, en las que no faltaban escenas de zoofilia.
Adán y Eva nunca comieron una manzana. Ya sabemos que sólo es un mito, pero aún así, en el Génesis no se menciona de qué fruto se trataba; únicamente se lee: “...pero del fruto del Árbol que está en medio del huerto dijo Dios: ‘No comeréis de él’”. El mito de la manzana probablemente se deba a los pintores renacentistas.
Los piratas no enterraban sus tesoros. O lo hacían demasiado bien, porque nunca ha aparecido ninguno. Lo normal era que dilapidaran el botín en sus pillajes en las tabernas, los burdeles y las casas de juego de la isla de la Tortuga.
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