sábado, 20 de febrero de 2010

EL ASALTO AL TREN POSTAL DE GLASGOW


Fue rápido y efectivo. El 8 de agosto de 1963, 15 hombres robaron el tren postal Glasgow-Londres. Lo detuvieron, desengancharon la locomotora y se llevaron 120 bolsas con 2.631.784 libras esterlinas, el equivalente actual a 40 millones de dólares. Casi toda la banda cayó en poco tiempo. El "cerebro" del plan, Ronald Biggs, se fugó de la cárcel y se convirtió en leyenda. A los 72 años se entregó.

En 1949, Biggs estaba en la cárcel de Lewes, en Sussex, por asaltar un comercio. Charlando con un compañero, un ex empleado del correo, se enteró que los bancos transportaban mucho dinero en tren, y sin vigilancia. Ya no pudo dormir.

Al quedar libre, Biggs se mudó a Surrey, se casó y montó una carpintería. Cuando nació su primer hijo, viajó a Londres para darle la noticia a su padre, pero se cruzó con Bruce Reynolds, un ex preso que había conocido en la cárcel de Wormmwood Scrubb. Tras unas cervezas, comprendieron que seguían con el mismo sueño: robar el tren de Londres.

Tres años después, Reynolds viajó a Surrey para ofrecerle a Biggs que dirigiera el robo. Tenía todo planeado y había reclutado a tres ex presos para la banda: Buster Edwards, Jim White y Roger Cordrey.

Buscaron a los hombres que faltaban y le encargaron a Gordon Goody que encontrara un aguantadero. Los llevó a la granja Leatherslade, a pocos kilómetros del lugar donde darían el golpe.

Como el 5 de agosto fue feriado bancario, el día siguiente el vagón postal viajaba lleno de dinero. Un informante de Glasgow telefoneó a Goody y le confirmó: "Salió de Escocia con más de 100 bolsas." El 8 de agosto a las 0.10, los 15 hombres partieron de Leatherslade vestidos como soldados en dos camionetas y un camión. Una hora después, estaban sobre el puente Bridego, a 65 kilómetros de Londres.

El tren fue puntual. A las 3.15 Roger Cordrey avisó por handy: "Ya viene. Buena suerte." Estaba sobre el semáforo ferroviario, a pocos kilómetros. Tapó la luz verde, y activó la roja con una batería portátil.

El convoy clavó los frenos y se detuvo a cuatro metros de la señal. El fogonero bajó para ver qué pasaba: Tom Wisbey y Robert Welch lo maniataron. Charles Wilson subió a la locomotora y golpeó en la cabeza al maquinista. Y subieron al tren.

En sólo 10 minutos, Buster Edwards y Roy James desengancharon la locomotora y el vagón del dinero, y obligaron al maquinista a manejar hasta el puente Bridego, donde los esperaba el camión. Pasaron las 120 bolsas y se fueron a la granja. Allí, contaron 2.631.784 libras esterlinas, en billetes chicos.

La Policía ofreció una fuerte recompensa para quien los delatara: recibían 3.500 denuncias por día. En pocos meses, los apresaron y condenaron a penas de entre 18 y 30 años.

En julio de 1965, Ronald Biggs se escapó de la prisión de Wandsworth. Saltó desde uno de los muros hasta un camión de mudanzas sin techo que lo esperaba en la calle: una pila de colchones amortiguó el golpe.

Biggs se hizo una cirugía estética en París y viajó a Australia, donde vivió cinco años. En 1974 lo descubrieron en Río de Janeiro, pero no pudieron extraditarlo. Cuando cumplió 72 años, muy enfermo, se entregó en Londres. Antes de morir quería tomar una cerveza frente al Canal de La Mancha. Fue encarcelado en la prisión de Belmarsh para terminar sus 30 años de condena.

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1 comentario:

Kassiopea. dijo...

Lo que no sé por qué se entregó.

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