Tenían el tamaño de un elefante africano, en ocasiones mayor, y una cabeza enorme defendida por unos colmillos desproporcionados y muy curvados. Las orejas eran pequeñas y la espalda, gibosa, descendía en una grupa muy pronunciada. Su rasgo más característico era una pelambre espesa, de color pardo oscuro o negro, que los defendía del frío glacial. Los últimos mamuts, los gigantes del hielo, sobrevivieron en la tundra siberiana hasta hace apenas 3.600 años. Pero durante el Paleolítico superior (35.000-10.300 antes del presente) esta especie habitaba en toda Europa, incluida la península Ibérica, su desaparición en europa se fue dando de forma progresiva desde hace 12.00 años, quedando únicamente grupos aislados en la tundra y estepas siberianas.
Su extinción es todo un misterio, existen diversas teorías sobre como la especie desapareció tan rápidamente, se ha comprobado que los cazadores prehistóricos les daban caza y esto pudo ser un factor añadido, si bien todos los estudiosos del tema acuerdan que la caza no pudo ser el factor determinante que acabó con una población que en otra época habitó la mayor parte del continente europeo. Otras teorías hablan de un virus que afectó a la población y se propagó a gran velocidad com si de un virus de gripe o ébola se tratase, si bien esta teoría hasta la fecha no ha podido ser comprobada pues no se han encontrado rastros en su ADN de dicho virus.
La explicación más razonable de la extinción de las grandes manadas no se encuentra en un súbito cambio de temperaturas, sino en una serie de inviernos muy duros. Los mamuts eran animales migratorios que se desplazaban lentamente hacia el sur en invierno, y volvían al norte en verano. Sus extraños colmillos curvados hacia adentro les servían probablemente para raspar la superficie de la nieve y dejar a la vista la hierba y los líquenes que había de bajo. Ciertamente, los animales podían vivir bajo un frío extremo, con su espeso pelaje, sus orejas pequeñas y sus jorobas de grasa que, como las del camello, almacenaban energía. Pero quizá un exceso de frío les impidió en un momento dado rascar el suelo a la profundidad suficiente para encontrar alimento. Si esas condiciones se repitieron durante decenas o cientos de años, era lógico que las manadas disminuyeran e incluso desaparecieran.
El mamut cuyos restos se encontraron en Berezovka proporcionó a los científicos un material de trabajo muy valioso. Un detalle muy curioso: la hierba y las flores que se hallaron en la boca de la criatura indicaban que había sufrido una muerte repentina... ¿Cuál?
La autopsia proporcionó la respuesta, y el doctor Herz, jefe de la expedición, pensaba que muchos otros mamuts pudieran haber muerto del mismo modo. Un análisis riguroso del contenido del estómago del animal mostró que contenía hierbas, musgos y líquenes de varias clases, además de ramas verdes de árboles de la tundra, como abetos y pinos.
La presencia de algunas semillas indicaba que la muerte se había producido en otoño. Los ranúnculos sin masticar indicaban que el mamut debió de encontrarse con un desastre súbito. Según lo descubierto por el geólogo, todos los detalles indican que el mamut debía estar pastando cuando pisó hielo demasiado delgado y cayó en el profundo barranco, rompiéndose una pata y la pelvis. Al debatirse en el suelo hizo caer toneladas de nieve y fango semicongelado de los lados del barranco, y se asfixió. Un hecho interesante es que alguna parte del cuerpo se había transformado en adipocira (mecanismo que consiste en un endurecimiento de la grasa corporal semilíquida, que se convierte en una especie de sebo casi permanente). Esto ocurre cuando un cuerpo -humano o animal- ha estado sumergido en agua o enterrado en un lugar húmedo.
Desde entonces se han encontrado algunos cadáveres parcialmente preservados en el cinturón de permafrost. En 1948, por ejemplo, una excavaciones que empleaban una manguera de alta presión, en Alaska, pusieron al descubierto la cabeza y los cuartos delanteros de una cría de mamut, mientras un ejemplar aún mejor que el de Berezovka salió a la luz en la misma zona -Yakutsk- en el transcurso de unos trabajos de obras públicas en el verano de 1977. Era un animal de seis meses y como su trompa estaba intacta, los investigadores observaron por primera vez los dos "dedos" de la punta de la trompa, al parecer necesarios para levantar objetos pequeños, a la manera de los elefantes modernos, aunque el "dedo" inferior del mamut también actuaba como solapa, para proteger los orificios nasales.
El mamut de 1977 había muerto igual que el de 1900 y, como señalaba Hertz, debía ser un tipo de muerte corriente para esas bestias tan voluminosas. Los escépticos arguyen, sin embargo, que seguramente no todos los mamuts perecieron de ese modo. La escuela catastrofista sostiene que fue un desastre colosal lo que causó un cambio brusco de temperatura y heló los desiertos siberianos, privando de su comida a los mamuts.
La teoría fue dada a conocer a principios del siglo XIX por el naturalista francés Georges Cuvier, considerado el padre de la paleontología moderna. Pero en general la ciencia moderna no acepta el catastrofismo. Una objeción es que Cuvier basó sus hipótesis en una interpretación errónea de las "lagunas" de millones de años entre los fósiles encontrados en un estrato de rocas y los que se encontraban en el adyacente. El estado de los conocimientos geológicos en su tiempo era tal, que los hombres de ciencia no se habían dado cuenta de que las erupciones volcánicas y otros movimientos en la superficie de la Tierra podían mezclar los estratos de forma confusa. En cualquier caso, no hay lagunas en los registros fósiles de Siberia desde la desaparición del mamut. Ni, como demostró Hertz, ha cambiado mucho la vegetación desde que el ejemplar de Berezovka murió comiendo ranúnculos.
¿Podrían sobrevivir Mamuts en la actualidad?
El gran bosque de Siberia, la taiga, se extiende por 7.770.000 km2, y, exceptuando algunos cazadores nómadas primitivos, está deshabitado. En 1581 Ermak Timofeyevich, capitán de una banda de cosacos enviados a Siberia cuando Rusia comenzó a conquistar ese territorio, informó que una de las primeras cosas que él y sus hombres vieron después de cruzar los Urales fue "un gran elefante peludo". Los nativos no se sorprendieron, y le dijeron que solían designarlos con un nombre que significaba "montaña de carne". Esto sucedió un siglo antes de que el diplomático y explorador Evert Ysbrandt Ides sugiriera que el mamontova-kosty provenía de un animal parecido al elefante.
Pero un respetado diplomático francés llamado Gallon hizo un relato mucho más impresionante en 1920. Gallon estaba destinado en Siberia en esa época, y se puso a conversar con un campesino ruso, un cazador que había pasado cuatro años en la taiga persiguiendo osos y lobos.
Según le contó a Gallon, en su segundo año encontró una gran huella hundida profundamente en el lodo. Debía tener 60 cm de largo y 45 de ancho... no era redonda, sino ovalada. Había cuatro rastros, los rastros de cuatro patas, las dos primeras a unos 4 m de las segundas y el segundo par era un poco más grande. Entonces el rastro torció bruscamente hacia el este, penetrando en un bosque de olmos medianos. En el punto en que entraba vi un gran montón de estiércol; lo observé y vi que estaba compuesto de materias vegetales. A unos 3 m de altura, justo donde el animal había entrado en el bosque, vi una hilera de ramas rotas.
El cazador siguió el rastro y, unos días después, descubrió que se le había unido otro, igual al primero. Tenía el viento de frente, lo que era bueno para acercarme a ellos sin que supieran que estaba allí. De pronto, vi claramente a uno de los animales y debo admitir que sentí mucho miedo. Se había detenido junto a unos árboles jóvenes. Era un enorme elefante con grandes colmillos blancos, muy curvados; por lo que vi era de color castaño oscuro. Tenía pelo largo en las ancas y más corto delante. Le diré que no conocía la existencia de elefantes tan grandes... el segundo animal estaba cerca; sólo lo vi unos momentos, entre los árboles. Parecía del mismo tamaño.
El fusil del cazador, adecuado para cazar osos, no era del calibre suficiente para disparar contra esos monstruos. Se alejó cautelosamente y volvió a sus cuarteles de invierno, aterrorizado por lo que había visto.
"Esa -terminaba diciendo el informe de Gallon- fue la historia de este hombre, demasiado ignorante para saber que había visto a dos mamuts. Y cuando le dije su nombre no dio señales de haberlo entendido."
Sólo considerando el hecho de que ningún hombre de ciencia ha dado una explicación totalmente satisfactoria de las razones de la extinción del mamut lanudo, que su dieta habitual, como reveló el estómago del mamut de Berezovka, todavía florece en Siberia, y tomando en cuenta el testimonio de Gallon, existen posibilidades reales de que unos pocos de estos gigantes lanudos sigan pastando en los enormes y casi inexplorados bosques de Siberia.
Pero a esas razones hay que añadir otro tipo de evidencias, mucho más próximas a nosotros: el 28 de octubre de 1981, los titulares de los periódicos más informados anunciaban: "Mamuts vivos, vistos en Yakutia (Siberia)." Al parecer, un grupo de cazadores habían avistado a unos 300 m de distancia una manada de mamuts vivos; según fuentes militares soviéticas, habían aportado como prueba moldes de huellas. A partir de aquel momento, la Academia de Ciencias de la URSS tomaba cartas en el asunto; tal vez dentro de poco todos podamos admirar fotografías, o incluso ejemplares vivos, de este mítico animal.
http://www.escalofrio.com
5 comentarios:
Entonces, aún puede ser que quede alguno? joer...
estos misterios del pasado son fascinantes, grandes y llenos de fuerza y de vida
Cada artículo es más interesante aún que el anterior :)
Este es uno de los hallazgos arqueológicos más importantes...Si pudiésemos clonar un ejemplar de desde sus tejidos ¿Verdad?
Tiene el sabor romántico del siglo XIX cuando todavía se podían emprender grandes aventuras. Si todavía existiese algún mamut en una región apartada, mejor que no le descubran, pobre animal...
Salu2
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