Los osos polares en Alaska pierden su pelo y sufren lesiones en la piel como consecuencia de una enfermedad de la que se desconocen sus causas. Esta deolencia también ha afectado este año y en la misma región a focas y morsas.
La comunidad científica está en alerta tras la detección de este fenómeno, del que ya se tenía conocimiento desde finales de 1990 y del que tampoco se logró conocer entonces sus causas, explica el diario francés Le Figaro.
Así, nueve de los 30 osos observados en el área de Barrow, al sur del mar de Beaufort, se han visto afectados por signos de alopecia, según informa el centro científico de la USGS. Las muestras de las pruebas cutáneas o de sangre realizadas no han podido ofrecer ninguna explicación.
Una enfermedad de estas características ya se había observado en el pasado en osos salvajes y osos criados en cautiverio. Los investigadores están especialmente intrigados por este fenómeno que también afecta a focas y morsas.
De hecho, focas muertas aparecieron en las costas árticas de Alaska y posteriormente de Rusia con los mismos síntomas y, en otoño, sucedió lo mismo con las morsas. Los científicos continúan multiplicando el número de pruebas para tratar de identificar el agente infeccioso. Buscan en todas las direcciones: radiación, enfermedades autoinmunes, factores ambientales, contaminación humana... No saben siquiera si se trata de la misma enfermedad y han recomendado que no se ingiera carne de ninguno de estos animales.
http://www.lavanguardia.com
La comunidad científica está en alerta tras la detección de este fenómeno, del que ya se tenía conocimiento desde finales de 1990 y del que tampoco se logró conocer entonces sus causas, explica el diario francés Le Figaro.
Así, nueve de los 30 osos observados en el área de Barrow, al sur del mar de Beaufort, se han visto afectados por signos de alopecia, según informa el centro científico de la USGS. Las muestras de las pruebas cutáneas o de sangre realizadas no han podido ofrecer ninguna explicación.
Una enfermedad de estas características ya se había observado en el pasado en osos salvajes y osos criados en cautiverio. Los investigadores están especialmente intrigados por este fenómeno que también afecta a focas y morsas.
De hecho, focas muertas aparecieron en las costas árticas de Alaska y posteriormente de Rusia con los mismos síntomas y, en otoño, sucedió lo mismo con las morsas. Los científicos continúan multiplicando el número de pruebas para tratar de identificar el agente infeccioso. Buscan en todas las direcciones: radiación, enfermedades autoinmunes, factores ambientales, contaminación humana... No saben siquiera si se trata de la misma enfermedad y han recomendado que no se ingiera carne de ninguno de estos animales.
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