El origen se remonta al siglo IV, cuando el asceta Evagrio el Póntico –también conocido como el Solitario– fijó en ocho las principales pasiones humanas pecaminosas: ira, soberbia, vanidad, envidia, avaricia, cobardía, gula y lujuria.
Un siglo más tarde, el sacerdote rumano Juan Casiano redujo la lista a los siete ítems que conocemos: lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia.
Fue el papa San Gregorio (540-604) quien los oficializó definitivamente con el orden que aparece arriba, el empleado también después por Dante en su Divina Comedia. Según Santo Tomás de Aquino, el calificativo capital no alude a la gravedad de estos pecados, sino a que de ellos emanan todos los demás.
Un siglo más tarde, el sacerdote rumano Juan Casiano redujo la lista a los siete ítems que conocemos: lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia.
Fue el papa San Gregorio (540-604) quien los oficializó definitivamente con el orden que aparece arriba, el empleado también después por Dante en su Divina Comedia. Según Santo Tomás de Aquino, el calificativo capital no alude a la gravedad de estos pecados, sino a que de ellos emanan todos los demás.
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3 comentarios:
Claro los curas no son lujuriosos ni tienen gula, ni son avariciosos....
ADORO ESTE BLOG! muchos besos
Los curas lo hacen todo bien...
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