A pesar de su nombre, la Rosa de Jericó no es una rosa ni es endémica de Jericó. Es en realidad un helecho originario de los desiertos de Arabia y algunas regiones de Palestina y Egipto.
Se trata de uno de los seres vivos más curiosos, ya que es una planta con gran resistencia a la desecación.
Sus ramas tienen la propiedad de contraerse con la sequedad, permaneciendo cerradas y secas durante muchísimos años (se dice que pueden llegar a sobrevivir hasta 20 años sin una gota de agua) y volviendo a abrirse con la humedad o al contacto con el agua, recobrando toda su frescura y belleza.
El proceso de secado y reverdecer es completamente reversible y se puede repetir muchas veces. La capacidad de la planta para hacer esto se atribuye a la presencia de un azúcar que le permite entrar en criptobiosis (un estado que consiste en la suspensión de los procesos metabólicos y que permite a los organismos vivir indefinidamente hasta que las condiciones sean habitables de nuevo).
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