
Luego lo transformó en el teatro óptico, que no era otra cosa que un proyector que funcionaba gracias a la combinación de espejos y una linterna. Al mostrarse en una pantalla, las nuevas “películas de animación” podían ser disfrutadas por mayor número de espectadores. El propio Reynaud hacía los dibujos y los coloreaba en un soporte de gelatina recortada en una larga tira transparente perforada entre imagen e imagen.
En 1888, tras una exhibición informal en su casa, entre amigos, de la cinta titulada Un bon bock (que medía nada menos que 50 metros, tenía 7000 imágenes y duraba 15 minutos), Reynaud decidió solicitar una patente del invento. Y el 28 de octubre de 1892 exhibió sus imágenes animadas en un museo de cera del boulevard Montmartre de París. Se calcula que entre 1892 y 1900, medio millón de espectadores acudió a ver las llamadas “pantomimas luminosas” de Reynaud, padre de los dibujos animados.
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2 comentarios:
Algo había oido y leido sobre el tema, aunque es realmente impresionante lo mucho que discurrían en la época en la que no había tele jejeje, grandes genios desconocidos que han hecho mejor el mundo. Un abrazo
Este va al paseando jijiji
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