Una reliquia es una parte del cuerpo de un santo o cualquier objeto que haya tocado este cuerpo. Hasta que el Concilio de Trento (1563) puso orden: “Destiérrese absolutamente toda superstición en la invocación de los Santos, en la veneración de las reliquias, y en el sagrado uso de las imágenes”, en torno a las reliquias giraba un próspero negocio del que se beneficiaban monasterios, órdenes religiosas, señores feudales y regiones enteras de Europa.
En el año 787, un concilio general había decretado: "Si a partir de hoy se encuentra a un obispo consagrando un templo sin reliquias sagradas, será depuesto como transgresor de las tradiciones eclesiásticas". Ningún obispo se atrevió a desobedecer, la Iglesia estaba propiciando la falsificación de reliquias.
San Agustín denunció a impostores vestidos como monjes que vendían reliquias falsas. El Papa San Gregorio prohibió la venta de reliquias y la profanación de tumbas en las catacumbas, pero a pesar de ello no se frenaron los abusos.
El surtido de reliquias es tan abundante y variado como pintoresco: las piedras con las que se lapidó a San Esteban; la esponja con la que Santa Práxedes recogía sangre de los mártires; las flechas que mataron a San Sebastián; los pechos de Santa Águeda; una oreja, la sandalia del pie derecho del apóstol San Pedro y eslabones de la cadena que soportó en su prisión; plumas de las alas del arcángel Gabriel, entre otra variedad insólita de reliquias como estas cuatro que te contamos a continuación:
El estornudo del Espíritu Santo: supuestamente atrapado en un frasco. Antes se veneraba en la iglesia de San Frontino y hoy está en el Santa Sanctorum de Roma
Un suspiro de San José: almacenado en una botella depositada por un "ángel" en una iglesia cercana a Blois y conservada ahora en el Sancta Santorum en el Vaticano.
El Santo Cordón Umbilical: despedazado en varias partes, una está en Santa María del Popolo (Roma), otra en Chalons (Francia), otra en San Martino (Italia).
El prepucio de Jesús: En el siglo XVI habían al menos 14 ejemplares, uno de ellos se encuentra en Santiago de Compostela.
En el año 787, un concilio general había decretado: "Si a partir de hoy se encuentra a un obispo consagrando un templo sin reliquias sagradas, será depuesto como transgresor de las tradiciones eclesiásticas". Ningún obispo se atrevió a desobedecer, la Iglesia estaba propiciando la falsificación de reliquias.
San Agustín denunció a impostores vestidos como monjes que vendían reliquias falsas. El Papa San Gregorio prohibió la venta de reliquias y la profanación de tumbas en las catacumbas, pero a pesar de ello no se frenaron los abusos.
El surtido de reliquias es tan abundante y variado como pintoresco: las piedras con las que se lapidó a San Esteban; la esponja con la que Santa Práxedes recogía sangre de los mártires; las flechas que mataron a San Sebastián; los pechos de Santa Águeda; una oreja, la sandalia del pie derecho del apóstol San Pedro y eslabones de la cadena que soportó en su prisión; plumas de las alas del arcángel Gabriel, entre otra variedad insólita de reliquias como estas cuatro que te contamos a continuación:
El estornudo del Espíritu Santo: supuestamente atrapado en un frasco. Antes se veneraba en la iglesia de San Frontino y hoy está en el Santa Sanctorum de Roma
Un suspiro de San José: almacenado en una botella depositada por un "ángel" en una iglesia cercana a Blois y conservada ahora en el Sancta Santorum en el Vaticano.
El Santo Cordón Umbilical: despedazado en varias partes, una está en Santa María del Popolo (Roma), otra en Chalons (Francia), otra en San Martino (Italia).
El prepucio de Jesús: En el siglo XVI habían al menos 14 ejemplares, uno de ellos se encuentra en Santiago de Compostela.
Pero ahí no queda la cosa, exite una ámplia variedad de productos como son: las piedras con las que se lapidó a San Esteban; la esponja con la que
Santa Práxedes recogía sangre de los mártires; las flechas que mataron a
San Sebastián; los pechos de Santa Águeda; una oreja, la sandalia del
pie derecho del apóstol San Pedro y eslabones de la cadena que soportó
en su prisión; plumas de las alas del arcángel Gabriel; más de 60 dedos de San Juan Bautista; el velo, cinco gotas
de leche de sus senos, lágrimas, el hígado, el corazón y la lengua de
la Virgen María, así como 4 cabellos y varios trocitos de su camisa; el primer pañal, una paja del pesebre donde
nació, unos quinientos dientes de leche del
Niño Jesús; raspas de los peces multiplicados en el primer milagro del
Salvador; una de las ramas de olivo que tenía el Nazareno en las manos
cuando entró en Jerusalén; la cola del asno que llevó al Señor; el
lienzo con el que Jesucristo secó los pies de los apóstoles antes de la
cena pascual; un par de manteles, lentejas, una miga de pan y fragmentos
de la mesa en la que se sirvió la Última Cena; más de media docena de
ejemplares del Santo Grial; una campana de cobre fundida con una de las
30 monedas de Judas Iscariote; unas ochocientas espinas de la corona que
llevó Jesús; tres ejemplares de la lanza que atravesó el costado de
Cristo; medio centenar de santos sudarios; astillas de la vera cruz para
llenar una carreta; pescado asado y pastel de miel, menú que Nuestro
Señor comió con sus discípulos cuando se les apareció después de
resucitar ...
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