Se define como un persistente, anormal y injustificado miedo a ser enterrado vivo, o bien a los cementerios.
El término proviene del griego “tafo” (tumba) y “phobos” (miedo). Por extensión, se utiliza el término para el miedo a las tumbas, pero más generalmente se refiere al miedo morboso a ser enterrado prematuramente. Quienes padecen esta fobia temen ser colocados en la tumba mientras aún estén con vida, como resultado de haber sido declarados muertos por error.
Antes de la llegada de la medicina moderna, este miedo no era completamente irracional. A través de la historia ha habido numerosos casos de personas a las que accidentalmente se enterró vivas. El siglo XVIII ha visto el desarrollo de la resucitación boca a boca y las crudas técnicas de defibrilación para revivir personas consideradas muertas, y la Royal Humane Society había sido formada como la Sociedad para la Recuperación de Perosnas Aparentemente Muertas. Según un artículo de Wikipedia, en 1896, un director norteamericano de funerales, T.M. Montgomery, reportó que “cerca el 2% de los exhumados eran sin duda víctimas de la animación suspendida”.
Ha habido muchas leyendas urbanas sobre personas accidentalmente enterradas vivas. Las leyendas incluyen elementos tales como alguien que entre en estado de sopor o de coma, sólo para levantarse años después y morir nuevamente una muerte terrible. Otra leyenda cuenta de ataúdes abiertos que muestran un cadáver con una larga barba, o cadáveres con las manos alzadas y las palmas dadas vuelta hacia arriba. Es de notarse la leyenda sobre el entierro prematuro de Ann Hill Carter Lee, la difunta esposa de Henry Lee III.
La literatura halló terreno fértil en explorar el miedo natural a ser enterrado vivo. Una de las historias de horror de Edgar Allan Poe, “El entierro prematuro”, es acerca de una persona que sufre tafiofobia. Otros relatos de Poe sobre el entierro prematuro son “La caída de la casa Usher” y “El tonel del Amontillado”.
El miedo a ser enterrado vivo fue elaborado con el propósito de que todos aquellos que pudieran sustentarlo hicieran toda clase de arreglos para que se les construya un “ataúd de seguridad”, para asegurarse que esto se evitaría (por ejemplo, con tapas de vidrio para poder observar, sogas con campanas para pedir auxilio, tuberías de aire para poder sobrevivir hasta ser rescatado).
El término proviene del griego “tafo” (tumba) y “phobos” (miedo). Por extensión, se utiliza el término para el miedo a las tumbas, pero más generalmente se refiere al miedo morboso a ser enterrado prematuramente. Quienes padecen esta fobia temen ser colocados en la tumba mientras aún estén con vida, como resultado de haber sido declarados muertos por error.
Antes de la llegada de la medicina moderna, este miedo no era completamente irracional. A través de la historia ha habido numerosos casos de personas a las que accidentalmente se enterró vivas. El siglo XVIII ha visto el desarrollo de la resucitación boca a boca y las crudas técnicas de defibrilación para revivir personas consideradas muertas, y la Royal Humane Society había sido formada como la Sociedad para la Recuperación de Perosnas Aparentemente Muertas. Según un artículo de Wikipedia, en 1896, un director norteamericano de funerales, T.M. Montgomery, reportó que “cerca el 2% de los exhumados eran sin duda víctimas de la animación suspendida”.
Ha habido muchas leyendas urbanas sobre personas accidentalmente enterradas vivas. Las leyendas incluyen elementos tales como alguien que entre en estado de sopor o de coma, sólo para levantarse años después y morir nuevamente una muerte terrible. Otra leyenda cuenta de ataúdes abiertos que muestran un cadáver con una larga barba, o cadáveres con las manos alzadas y las palmas dadas vuelta hacia arriba. Es de notarse la leyenda sobre el entierro prematuro de Ann Hill Carter Lee, la difunta esposa de Henry Lee III.
La literatura halló terreno fértil en explorar el miedo natural a ser enterrado vivo. Una de las historias de horror de Edgar Allan Poe, “El entierro prematuro”, es acerca de una persona que sufre tafiofobia. Otros relatos de Poe sobre el entierro prematuro son “La caída de la casa Usher” y “El tonel del Amontillado”.
El miedo a ser enterrado vivo fue elaborado con el propósito de que todos aquellos que pudieran sustentarlo hicieran toda clase de arreglos para que se les construya un “ataúd de seguridad”, para asegurarse que esto se evitaría (por ejemplo, con tapas de vidrio para poder observar, sogas con campanas para pedir auxilio, tuberías de aire para poder sobrevivir hasta ser rescatado).
http://www.monografias.com
3 comentarios:
Creo que sufro esta fobia, solo de pensar en eso me pongo mala. Mira que debe ser horríble encontrarte enterrado sin poder hacer nada, una desesperación...
Aún no vi la película, mas que nada, por me parece que va a ser un poco parada,jeje
Hola!, te escribo para decirte que en mi blog estoy organizando un concurso en el que puedes ganar HERMOSA OSCURIDAD de Kami García y Margaret Stohl, pásate si quieres participar ^^
http://www.labibliotecadelamorgue.com/2010/11/primer-concurso-del-blog.html
Yo creo que esa fobia la padecemos todos...es algo evidente.
Besos de letras con Tinta (^_^)
Tiene que ser horrible.
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